SLASH
ALFONSO ESPRIELLA
Bogotá, Palacio de los Deportes
Sábado 2 de abril del 2011
UN GUITAR HERO DE CARNE Y HUESO
Retornar al Palacio de los Deportes tras casi tres años de ausencia de conciertos es un verdadero gusto. Al diablo con esas actuaciones descoloridas a consecuencia de las falencias en el sonido, las goteras, los charcos y el mal ambiente que se respira en el abominable Coliseo el Campin. El restaurado escenario de la calle 63 abrió nuevamente sus puertas a los espectáculos, un espacio más que idóneo para este tipo de citas por más que su nombre haga referencia a la prácticas deportivas. Con el billete de ingreso estampado con el icono de la guitarra Slash, la reapertura se antojaba imprescindible y las emociones no tardarían en hacer palpitar nuestros corazones.
Si bien el prestigio e influencia de Slash dentro de la historia del rock da para capítulos aparte, algunos advenedizos de la generación YouTube apoyados en ciertos especímenes de nuestra prensa local (expertos en telenovelas y bailecitos de moda) optaron por tan solo destacar las colaboraciones del guitarrista junto a luminarias de la canción pop tales como Rihanna, Paulina Rubio o Michael Jackson. Es algo típico de nuestra idiosincrasia apuntar al descalabro y la burla sin advertir cuando esta leyenda de las seis cuerdas echó mano a grandes como Alice Cooper, Iggy Pop, Ronnie Wood y un larguísimo etcétera. Otros mostraron total indeferencia por una actuación del inglés al no hacerlo dentro de la cacareada reunión de los Guns N´ Roses. No hay que permitirse ser tan limitado. Lo que Slash ha venido ofrecido al mundo después de abandonar el manicomio de Axl Rose en 1994 es de lujo, ya sea con los inadvertidos Snakepit, los explosivos Velvet Revolver o su heterogéneo disco en calidad solista publicado hace un año.
No debían haber más de dos mil personas en el recinto. Una pista a medio llenar desmotiva aquella iniciativa de los empresarios por continuar brindando a los colombianos artistas de envergadura en el rock. ¿Saturación de conciertos? Los invito a revisar las agendas de nuestros vecinos argentinos, chilenos e incluso peruanos para percatarnos que tan solo somos unos novatos donde ya ninguna fecha colma las expectativas de sus gestores. Mejor hablemos de esta función.
Alfonso Espriella es un artista con una corta trayectoria en el país pero con un dedicado trabajo fuera de nuestras fronteras. Lleva cierto tiempo moviéndose en bares promocionando su álbum “Trazos de Ser” y esta aparecía como una buena oportunidad de exponer su material a un público mayoritario. Su labor como acto de apertura tuvo voces dividas, algunos citándolo como una música fuera de contexto con respecto a Slash y otros como la de un artista con una paleta de sonidos digna de explorar. Lamentablemente quien suscribe no atendió a la presentación del colombiano, aun así espero que nos topemos más adelante.
Las nueve de la noche marcó el punto de inicio; enmarcado por el delirio de la masa figuró la celebre melena ensortijada rematada por su tradicional sombrero. Cargando su clásica Gibson Les Paul sobrevinieron los marcados acordes de “Ghost”, canción que abre el disco homónimo de nuestro ídolo de la noche. Pero Slash no estaba solo, a su derecha el vocalista Myles Kennedy de Alter Bridge estaba dispuesto a demostrar porque al momento de echar a andar este nuevo proyecto él era el hombre indicado para darle voz a todo ese conjunto de canciones que diferentes cantantes habían plantado en el estudio de grabación. El resto de músicos lo complementaban el baterista Brent Fitz, el guitarrista Bobby Scheck y el más destacado de todos por su entrega sobre las tablas, el bajista Todd Kerns.
La intención era hacer repaso a la trayectoria del insigne guitarrista. Por lo tanto “Mean Bone” extraída de sus días en la Snakepit ahondaba en ese objetivo. Claro que como mencionaba anteriormente, dicho proyecto por acá paso sin pena ni gloria, es así como la respuesta al tema fue un tanto fría con respecto a la que proseguiría: “Sucker Train Blues”. Puede que Velvet Revolver haya sido un corto fogonazo de actitud socarrona, excesos y endemoniado rock and roll en comparación a Guns N´Roses. Empero dos discos que dejaron caer algunos gancheros singles funcionaron aquí de maravilla al ser calcados con destreza.
Agarrarse del legado de la que un día fue calificada como “la banda más peligrosa del mundo” sería algo recurrente en el repertorio. No hay lugar a reproches cuando las inconfundibles notas de los gunners emergen de las propias manos de quien las compuso en un primer momento. “Nightrain”, “Rocket Queen” y “Civil War” pusieron a prueba la estructura del Palacio de los Deportes, nadie paraba de saltar y cantar a grito herido esos himnos bien conocidos por todos. Quisiera destacar el aporte vocal de Myles Kennedy y su postura en tarima. Llenar los zapatos de un tipo como Axl Rose será siempre un imposible, sin embargo apostando a una mezcla de sobriedad en sus movimientos aunada a un registro afilado pero en ningún momento proclive a la imitación, el señor Kennedy salió muy bien parado en el reto.
De pocas palabras, Slash se aproximó al micrófono para saludar a la concurrencia y a partir de ahí dejar caer las bombas que contiene su producción solista. “Back From Cali” es una exquisita andanada de rock sucio y crujiente, una constante en el sonido del músico. Con su aroma sureño degustamos a continuación “Starlight”, canción que en el registro fonográfico cuenta al igual que la anterior con la garganta del propio Myles Kennedy. Sonó cuanto menos cautivante y fue bordada por la ejecución del guitarrista, quién sacando chispas de su instrumento rompió una de las cuerdas durante el solo. ¡Digno de soltar el flash!
“Nothing To Say” puede ser la canción más heavy metal que haya compuesto Slash. Hacerla parte del repertorio resulta garantía de vértigo. La banda se sacudía en tarima y a manera de reflejo la audiencia respondía frenética. “Doctor Alibi” acrecentó las medidas en el velocímetro; para el desafío de recrear la voz del inmortal Lemmy Kilmister en vivo se hizo cargo el bajista Todd Kerns. Otro punto alto del espectáculo. Como preámbulo al clímax que ejercen más himnos de las famosas bandas de donde proviene nuestro invitado recibimos “Jizz Da Pit” de la Snakepit. Con el público bien caliente era solo cuestión de sacar provecho a las gemas de las pistolas y rosas: “My Michelle”, la azucarada “Patience” y la reconozcámoslo refrita pero efectiva “Sweet Child O´Mine”. Todo lo anterior engalanado por el recordado solo de “El Padrino”, donde Slash nos recordó que es un auténtico Guitar Hero, poseedor de un talento y estilo genuinos capaces de marcar pauta durante 25 años.
Adoptando aquel triunfante single de su banda en pausa Velvet Revolver llamado “Slither” como colofón se dio la retirada de los músicos del escenario. Cánticos solicitado la vuelta se evidenciaron por los laterales y en las sudorosas primeras filas. El guitarrista reaparecía con sus compañeros ahora desprovisto de su bonita camiseta roja que emulaba el logo de Coca Cola para indicar a cambio el nombre de nuestra tierra, con ello exhibió sus trabajados pectorales para deleite de las histéricas féminas. “By The Sword” que fue la primera canción que se conoció del trabajo “Slash” calmó las ansias de escuchar más rock duro. Fue entonces que con una compacta versión de los latigazos de los gunners “Mr. Brownstone” y “Paradise City” que se bajó el telón ante fortísimos aplausos.
Asistimos a un concierto que no necesariamente estaba diseñado para los más devotos fans del consumado guitarrista. Quien no conociera al menos la mitad de estas canciones es porque sencillamente vive en otro planeta. Slash reveló a punta de riffs y solos que esta entero y que aun le quedan muchas más batallas por librar. De hecho me cuesta creer que ya hayan pasado 19 años desde su primera visita a Colombia y ahora luzca más vigoroso y enfocado. Lastima por todos aquellos que se hayan perdido esta fiesta ya sea por sus prejuicios o esperando reuniones por el momento enrevesadas. Sin embargo no olvidemos que el próximo año se cumplen las bodas de plata del esencial disco “Appetite For Destruction”, dinero sobre la mesa no faltará y si los egos se guardan un tiempo en el closet tal vez podamos contemplar el hecho musical de la década. De ser así ¡sujétense! y pasemos a recordar la magnifica actuación de esta noche como una dulce anécdota.
Alejandro Bonilla Carvajal
ALFONSO ESPRIELLA
Bogotá, Palacio de los Deportes
Sábado 2 de abril del 2011
UN GUITAR HERO DE CARNE Y HUESO
Retornar al Palacio de los Deportes tras casi tres años de ausencia de conciertos es un verdadero gusto. Al diablo con esas actuaciones descoloridas a consecuencia de las falencias en el sonido, las goteras, los charcos y el mal ambiente que se respira en el abominable Coliseo el Campin. El restaurado escenario de la calle 63 abrió nuevamente sus puertas a los espectáculos, un espacio más que idóneo para este tipo de citas por más que su nombre haga referencia a la prácticas deportivas. Con el billete de ingreso estampado con el icono de la guitarra Slash, la reapertura se antojaba imprescindible y las emociones no tardarían en hacer palpitar nuestros corazones.
Si bien el prestigio e influencia de Slash dentro de la historia del rock da para capítulos aparte, algunos advenedizos de la generación YouTube apoyados en ciertos especímenes de nuestra prensa local (expertos en telenovelas y bailecitos de moda) optaron por tan solo destacar las colaboraciones del guitarrista junto a luminarias de la canción pop tales como Rihanna, Paulina Rubio o Michael Jackson. Es algo típico de nuestra idiosincrasia apuntar al descalabro y la burla sin advertir cuando esta leyenda de las seis cuerdas echó mano a grandes como Alice Cooper, Iggy Pop, Ronnie Wood y un larguísimo etcétera. Otros mostraron total indeferencia por una actuación del inglés al no hacerlo dentro de la cacareada reunión de los Guns N´ Roses. No hay que permitirse ser tan limitado. Lo que Slash ha venido ofrecido al mundo después de abandonar el manicomio de Axl Rose en 1994 es de lujo, ya sea con los inadvertidos Snakepit, los explosivos Velvet Revolver o su heterogéneo disco en calidad solista publicado hace un año.
No debían haber más de dos mil personas en el recinto. Una pista a medio llenar desmotiva aquella iniciativa de los empresarios por continuar brindando a los colombianos artistas de envergadura en el rock. ¿Saturación de conciertos? Los invito a revisar las agendas de nuestros vecinos argentinos, chilenos e incluso peruanos para percatarnos que tan solo somos unos novatos donde ya ninguna fecha colma las expectativas de sus gestores. Mejor hablemos de esta función.
Alfonso Espriella es un artista con una corta trayectoria en el país pero con un dedicado trabajo fuera de nuestras fronteras. Lleva cierto tiempo moviéndose en bares promocionando su álbum “Trazos de Ser” y esta aparecía como una buena oportunidad de exponer su material a un público mayoritario. Su labor como acto de apertura tuvo voces dividas, algunos citándolo como una música fuera de contexto con respecto a Slash y otros como la de un artista con una paleta de sonidos digna de explorar. Lamentablemente quien suscribe no atendió a la presentación del colombiano, aun así espero que nos topemos más adelante.
Las nueve de la noche marcó el punto de inicio; enmarcado por el delirio de la masa figuró la celebre melena ensortijada rematada por su tradicional sombrero. Cargando su clásica Gibson Les Paul sobrevinieron los marcados acordes de “Ghost”, canción que abre el disco homónimo de nuestro ídolo de la noche. Pero Slash no estaba solo, a su derecha el vocalista Myles Kennedy de Alter Bridge estaba dispuesto a demostrar porque al momento de echar a andar este nuevo proyecto él era el hombre indicado para darle voz a todo ese conjunto de canciones que diferentes cantantes habían plantado en el estudio de grabación. El resto de músicos lo complementaban el baterista Brent Fitz, el guitarrista Bobby Scheck y el más destacado de todos por su entrega sobre las tablas, el bajista Todd Kerns.
La intención era hacer repaso a la trayectoria del insigne guitarrista. Por lo tanto “Mean Bone” extraída de sus días en la Snakepit ahondaba en ese objetivo. Claro que como mencionaba anteriormente, dicho proyecto por acá paso sin pena ni gloria, es así como la respuesta al tema fue un tanto fría con respecto a la que proseguiría: “Sucker Train Blues”. Puede que Velvet Revolver haya sido un corto fogonazo de actitud socarrona, excesos y endemoniado rock and roll en comparación a Guns N´Roses. Empero dos discos que dejaron caer algunos gancheros singles funcionaron aquí de maravilla al ser calcados con destreza.
Agarrarse del legado de la que un día fue calificada como “la banda más peligrosa del mundo” sería algo recurrente en el repertorio. No hay lugar a reproches cuando las inconfundibles notas de los gunners emergen de las propias manos de quien las compuso en un primer momento. “Nightrain”, “Rocket Queen” y “Civil War” pusieron a prueba la estructura del Palacio de los Deportes, nadie paraba de saltar y cantar a grito herido esos himnos bien conocidos por todos. Quisiera destacar el aporte vocal de Myles Kennedy y su postura en tarima. Llenar los zapatos de un tipo como Axl Rose será siempre un imposible, sin embargo apostando a una mezcla de sobriedad en sus movimientos aunada a un registro afilado pero en ningún momento proclive a la imitación, el señor Kennedy salió muy bien parado en el reto.
De pocas palabras, Slash se aproximó al micrófono para saludar a la concurrencia y a partir de ahí dejar caer las bombas que contiene su producción solista. “Back From Cali” es una exquisita andanada de rock sucio y crujiente, una constante en el sonido del músico. Con su aroma sureño degustamos a continuación “Starlight”, canción que en el registro fonográfico cuenta al igual que la anterior con la garganta del propio Myles Kennedy. Sonó cuanto menos cautivante y fue bordada por la ejecución del guitarrista, quién sacando chispas de su instrumento rompió una de las cuerdas durante el solo. ¡Digno de soltar el flash!
“Nothing To Say” puede ser la canción más heavy metal que haya compuesto Slash. Hacerla parte del repertorio resulta garantía de vértigo. La banda se sacudía en tarima y a manera de reflejo la audiencia respondía frenética. “Doctor Alibi” acrecentó las medidas en el velocímetro; para el desafío de recrear la voz del inmortal Lemmy Kilmister en vivo se hizo cargo el bajista Todd Kerns. Otro punto alto del espectáculo. Como preámbulo al clímax que ejercen más himnos de las famosas bandas de donde proviene nuestro invitado recibimos “Jizz Da Pit” de la Snakepit. Con el público bien caliente era solo cuestión de sacar provecho a las gemas de las pistolas y rosas: “My Michelle”, la azucarada “Patience” y la reconozcámoslo refrita pero efectiva “Sweet Child O´Mine”. Todo lo anterior engalanado por el recordado solo de “El Padrino”, donde Slash nos recordó que es un auténtico Guitar Hero, poseedor de un talento y estilo genuinos capaces de marcar pauta durante 25 años.
Adoptando aquel triunfante single de su banda en pausa Velvet Revolver llamado “Slither” como colofón se dio la retirada de los músicos del escenario. Cánticos solicitado la vuelta se evidenciaron por los laterales y en las sudorosas primeras filas. El guitarrista reaparecía con sus compañeros ahora desprovisto de su bonita camiseta roja que emulaba el logo de Coca Cola para indicar a cambio el nombre de nuestra tierra, con ello exhibió sus trabajados pectorales para deleite de las histéricas féminas. “By The Sword” que fue la primera canción que se conoció del trabajo “Slash” calmó las ansias de escuchar más rock duro. Fue entonces que con una compacta versión de los latigazos de los gunners “Mr. Brownstone” y “Paradise City” que se bajó el telón ante fortísimos aplausos.
Asistimos a un concierto que no necesariamente estaba diseñado para los más devotos fans del consumado guitarrista. Quien no conociera al menos la mitad de estas canciones es porque sencillamente vive en otro planeta. Slash reveló a punta de riffs y solos que esta entero y que aun le quedan muchas más batallas por librar. De hecho me cuesta creer que ya hayan pasado 19 años desde su primera visita a Colombia y ahora luzca más vigoroso y enfocado. Lastima por todos aquellos que se hayan perdido esta fiesta ya sea por sus prejuicios o esperando reuniones por el momento enrevesadas. Sin embargo no olvidemos que el próximo año se cumplen las bodas de plata del esencial disco “Appetite For Destruction”, dinero sobre la mesa no faltará y si los egos se guardan un tiempo en el closet tal vez podamos contemplar el hecho musical de la década. De ser así ¡sujétense! y pasemos a recordar la magnifica actuación de esta noche como una dulce anécdota.
Alejandro Bonilla Carvajal