Therion
Bogotá, Teatro Royal Center
Jueves 7 de mayo de 2012
Therion celebra sus 25 años de existencia y como parte de las festividades se embarcaron en una gira latinoamericana que incluía, por supuesto, a Colombia con dos fechas; una en Bogotá y otra en Medellín. La expectativa era grande, habían anunciado desde el principio que no iba a ser un concierto convencional, que irían a tocar canciones viejas e inclusive canciones que jamás habían tocado en vivo. Era en verdad un evento especialmente dirigido al público conocedor de la banda, un regalo que muchos habíamos esperado por años.
Las puertas abrieron a la hora especificada y la entrada se dio sin ningún problema o contratiempo. Una vez dentro del teatro, se hizo claro que la asistencia, aunque abundante, no era la esperada a pesar de que se trataba de evento especial de una banda que tiene a Colombia muy presente en su mapa y nos ha visitado una y otra vez desde 2001.
Un poco antes de las 8:00 pm, las luces se apagan y la banda telonera, Entropía, entra en el escenario. Logran captar la atención del público de inmediato; su setlist aunque corto, animó a los que estaban presentes y su excelente música y puesta en escena daba un sentimiento de orgullo patriota. Así es que da gusto recibir a una banda telonera entre tanta impaciencia y tantas horas dedicadas simplemente a la espera del acto principal. La velocidad con la que desmontaron sus instrumentos al final fue también algo que todos agradecieron.
Las últimas preparaciones se levan a cabo y llegando las 9:00 pm las luces bajan, acompañadas de los gritos de expectativa y emoción de todos los asistentes. Lori Lewis es la primera en aparecer en el escenario y, sin preludio alguno, se sienta en el teclado para dar inicio al concierto con una pequeña fracción de O Fortuna, bañada en una luz y un manto de humo que completa la atmósfera apropiada para estos sonidos místicos y sinfónicos. Pronto salen los demás miembros de la banda, Snowy Shaw, Thomas Vikström, su hija Linnéa, Johan Koleberg, Nalle Pählsson, el argentino Christian Vidal y finalmente, el cerebro tras toda esta maquinaria, Christofer Johnsson. Inmediatamente después, el intro de Ginnungagap empieza a sonar; Snowy y Thomas como es tradicional, demandan interacción de todos los presentes con sus diversos e intimidantes gestos, levantando de esta manera la emoción del público constantemente y brindando una sensación de cercanía que alcanzaba inclusive los que se encontraban al fondo del teatro.
Los asistentes ya sabían a qué se estaban enfrentando y Christofer Johnsson lo confirma: tocarían el álbum Secret of The Runes en su totalidad. Siguieron el orden de las canciones como en el disco, dándole paso así a Midgård y Asgård. Las pausas entre canciones no fueron extensas, hasta que ponen a prueba el conocimiento del público preguntándoles cuál seguía; qué otra podía ser que la canción sobre la tierra de los gigantes, Jötunheim.
Sigue la clásica Schwarzalbenheim destacando la voz de Lori y reafirmado así el por qué Christofer la eligió para formar parte oficial de la banda. Una voz magnífica en la que es probablemente la cantante femenina más versátil y dinámica que jamás haya tenido Therion. Thomas y Snowy la acompañan, éste último con su pequeño y tradicional aporte teatral de la lectura del libro.
Llegó el primer momento relativamente pausado de la noche con la hermosa Ljusalfheim y luego una de las más esperadas de la noche, Muspelheim, donde la hija de Thomas, Linnèa, cobró protagonismo estando amarrada por los brazos a unas cadenas de las que jalaban por un lado Snowy y por el otro Lori, proporcionando así otro momento teatral de la noche. El concierto continúa con Nifelheim y su precioso arreglo vocal. Vanaheim, cuyo inicio incluyó a Thomas con su flauta traversa, fue ovacionada desde la primera nota hasta la última, con el público cantando la melodía completa a todo pulmón. Le siguió Helheim y cerraron la primera sección del concierto con Secret of the Runes.
La energía se mantuvo presente a lo largo de todo el concierto tanto por parte de la banda, como de los asistentes; cada parte se alimentaba de la energía del otro. Linnéa, la adición más reciente de la alineación en vivo de la banda, se apropió de sus líneas con total convencimiento y llenó los difíciles zapatos de Katarina Lilja, a quien vimos en nuestro país en última gira de 2010 en Medellín y Bogotá.
Thomas introduce a Lori Lewis y a Snowy Shaw para interpretar una canción que no cantaban hacían bastantes años, The Beauty in Black del álbum de 1995 Lepaca Kliffoth, muy ovacionada por los admiradores de la línea menos sinfónica del metal gótico. Continúan con la animada Wine of Aluqah que al terminar le da paso a An Arrow From The Sun, una hermosa balada, seguida por la versión acústica de una no menos bella, Lemuria, coreada en su totalidad por los asistentes.
Linnéa, envuelta en una bandera de Colombia, se acerca al público y presenta la siguiente canción: Land of Canaan, la más extensa de todo el setlist, que acaba con todos parados al frente del escenario, en un final maravilloso involucrando todas sus voces.
Christofer anuncia que como quiere que todos entiendan lo que dirá a continuación, el guitarrista argentino Christian Vidal lo ayudará con una traducción simultánea. Primero saluda a sus “hermanos latinoamericanos” con un efusivo “¡Hola jueputa!” recibiendo una respuesta inmensa por parte del emocionado público que levantó hasta la última mano, con gritos de igual vitalidad y felicidad de parte de todo el teatro. Christopher nos traduce entre juegos e ironías el relato del inicio de Therion y que tocarán un medley de algunas canciones de Blitzkrieg; el antiguo nombre de la banda. De esta manera, los vocalistas abandonan el escenario para darle protagonismo a los instrumentos y la voz del mismísimo Christofer.
Suena la grandiosa In The Desert of Set, seguida de un emotivo final donde Thomas y Snowy entran sosteniendo cada uno una bandera grande de Colombia, yendo de extremo a extremo del lugar, mientras Linnèa y Lori sostienen otra bandera en el medio. Nunca había visto tanto tricolor en un escenario y nunca había visto de parte de una banda tal devoción por un país tan lejano al suyo que sigue apoyándolos en su maravilloso recorrido musical. Definitivamente un hermoso momento que quedará impreso en la memoria de todos los asistentes.
La banda se despide y sale, pero todos ya saben que ese no es el final. Pasado un momento no muy largo y todavía con las luces bajas, las primeras notas de The Rise Of Sodom and Gomorrah suenan y el público enloquece como no lo había hecho antes. Al reaparecer la banda, y siguiendo la entrada de la batería, el teatro entero salta al unísono, y el piso tiembla evidenciando el momento cumbre de la noche. Como si ese momento no hubiese sido suficiente, sigue el más grande clásico de la banda, To Mega Therion, coreado hasta la última nota y saltado hasta el último segundo; por unos momentos daba la sensación que el teatro iba a colapsar.
Están visiblemente emocionados y Christofer introduce la siguiente canción, el cover de Accept Balls To The Wall, que probablemente no estaba bien ubicado en el setlist, porque pasar del éxtasis total con dos grandes clásicos a otra canción que no todo el mundo conocía pudo haber disminuido la energía que hubiera proporcionado un final del concierto fuera de este mundo. Pero una vez terminada, empieza la última canción de la noche, Quetzalcoatl, que levanta los ánimos vistos hace minutos y anuncia el final de la noche.
La emotividad del lugar era casi palpable, la banda expresó su gratitud de diferentes maneras, ya sea besando una de las tantas banderas de Colombia que había en el escenario, presentando los cuernos de las manos, haciendo venias, entregando toallas, botellas, picks, botando besos y varios gestos más, inclusive por parte del más reservado Christofer. 25 años de existencia de la banda insignia del metal sinfónico que probablemente está pasando por uno de sus mejores momentos y con una de sus mejores alineaciones hasta ahora. Therion encontró en Colombia su casa y a pesar de que la asistencia no fue tan abrumadora como se esperó, considerando que era un evento particularmente especial, siempre se recibirá a Therion con los brazos abiertos, dispuestos a seguir compartiendo y celebrando por muchos años más su existencia.
Por Ana Correal
Bogotá, Teatro Royal Center
Jueves 7 de mayo de 2012
Therion celebra sus 25 años de existencia y como parte de las festividades se embarcaron en una gira latinoamericana que incluía, por supuesto, a Colombia con dos fechas; una en Bogotá y otra en Medellín. La expectativa era grande, habían anunciado desde el principio que no iba a ser un concierto convencional, que irían a tocar canciones viejas e inclusive canciones que jamás habían tocado en vivo. Era en verdad un evento especialmente dirigido al público conocedor de la banda, un regalo que muchos habíamos esperado por años.
Las puertas abrieron a la hora especificada y la entrada se dio sin ningún problema o contratiempo. Una vez dentro del teatro, se hizo claro que la asistencia, aunque abundante, no era la esperada a pesar de que se trataba de evento especial de una banda que tiene a Colombia muy presente en su mapa y nos ha visitado una y otra vez desde 2001.
Un poco antes de las 8:00 pm, las luces se apagan y la banda telonera, Entropía, entra en el escenario. Logran captar la atención del público de inmediato; su setlist aunque corto, animó a los que estaban presentes y su excelente música y puesta en escena daba un sentimiento de orgullo patriota. Así es que da gusto recibir a una banda telonera entre tanta impaciencia y tantas horas dedicadas simplemente a la espera del acto principal. La velocidad con la que desmontaron sus instrumentos al final fue también algo que todos agradecieron.
Las últimas preparaciones se levan a cabo y llegando las 9:00 pm las luces bajan, acompañadas de los gritos de expectativa y emoción de todos los asistentes. Lori Lewis es la primera en aparecer en el escenario y, sin preludio alguno, se sienta en el teclado para dar inicio al concierto con una pequeña fracción de O Fortuna, bañada en una luz y un manto de humo que completa la atmósfera apropiada para estos sonidos místicos y sinfónicos. Pronto salen los demás miembros de la banda, Snowy Shaw, Thomas Vikström, su hija Linnéa, Johan Koleberg, Nalle Pählsson, el argentino Christian Vidal y finalmente, el cerebro tras toda esta maquinaria, Christofer Johnsson. Inmediatamente después, el intro de Ginnungagap empieza a sonar; Snowy y Thomas como es tradicional, demandan interacción de todos los presentes con sus diversos e intimidantes gestos, levantando de esta manera la emoción del público constantemente y brindando una sensación de cercanía que alcanzaba inclusive los que se encontraban al fondo del teatro.
Los asistentes ya sabían a qué se estaban enfrentando y Christofer Johnsson lo confirma: tocarían el álbum Secret of The Runes en su totalidad. Siguieron el orden de las canciones como en el disco, dándole paso así a Midgård y Asgård. Las pausas entre canciones no fueron extensas, hasta que ponen a prueba el conocimiento del público preguntándoles cuál seguía; qué otra podía ser que la canción sobre la tierra de los gigantes, Jötunheim.
Sigue la clásica Schwarzalbenheim destacando la voz de Lori y reafirmado así el por qué Christofer la eligió para formar parte oficial de la banda. Una voz magnífica en la que es probablemente la cantante femenina más versátil y dinámica que jamás haya tenido Therion. Thomas y Snowy la acompañan, éste último con su pequeño y tradicional aporte teatral de la lectura del libro.
Llegó el primer momento relativamente pausado de la noche con la hermosa Ljusalfheim y luego una de las más esperadas de la noche, Muspelheim, donde la hija de Thomas, Linnèa, cobró protagonismo estando amarrada por los brazos a unas cadenas de las que jalaban por un lado Snowy y por el otro Lori, proporcionando así otro momento teatral de la noche. El concierto continúa con Nifelheim y su precioso arreglo vocal. Vanaheim, cuyo inicio incluyó a Thomas con su flauta traversa, fue ovacionada desde la primera nota hasta la última, con el público cantando la melodía completa a todo pulmón. Le siguió Helheim y cerraron la primera sección del concierto con Secret of the Runes.
La energía se mantuvo presente a lo largo de todo el concierto tanto por parte de la banda, como de los asistentes; cada parte se alimentaba de la energía del otro. Linnéa, la adición más reciente de la alineación en vivo de la banda, se apropió de sus líneas con total convencimiento y llenó los difíciles zapatos de Katarina Lilja, a quien vimos en nuestro país en última gira de 2010 en Medellín y Bogotá.
Thomas introduce a Lori Lewis y a Snowy Shaw para interpretar una canción que no cantaban hacían bastantes años, The Beauty in Black del álbum de 1995 Lepaca Kliffoth, muy ovacionada por los admiradores de la línea menos sinfónica del metal gótico. Continúan con la animada Wine of Aluqah que al terminar le da paso a An Arrow From The Sun, una hermosa balada, seguida por la versión acústica de una no menos bella, Lemuria, coreada en su totalidad por los asistentes.
Linnéa, envuelta en una bandera de Colombia, se acerca al público y presenta la siguiente canción: Land of Canaan, la más extensa de todo el setlist, que acaba con todos parados al frente del escenario, en un final maravilloso involucrando todas sus voces.
Christofer anuncia que como quiere que todos entiendan lo que dirá a continuación, el guitarrista argentino Christian Vidal lo ayudará con una traducción simultánea. Primero saluda a sus “hermanos latinoamericanos” con un efusivo “¡Hola jueputa!” recibiendo una respuesta inmensa por parte del emocionado público que levantó hasta la última mano, con gritos de igual vitalidad y felicidad de parte de todo el teatro. Christopher nos traduce entre juegos e ironías el relato del inicio de Therion y que tocarán un medley de algunas canciones de Blitzkrieg; el antiguo nombre de la banda. De esta manera, los vocalistas abandonan el escenario para darle protagonismo a los instrumentos y la voz del mismísimo Christofer.
Suena la grandiosa In The Desert of Set, seguida de un emotivo final donde Thomas y Snowy entran sosteniendo cada uno una bandera grande de Colombia, yendo de extremo a extremo del lugar, mientras Linnèa y Lori sostienen otra bandera en el medio. Nunca había visto tanto tricolor en un escenario y nunca había visto de parte de una banda tal devoción por un país tan lejano al suyo que sigue apoyándolos en su maravilloso recorrido musical. Definitivamente un hermoso momento que quedará impreso en la memoria de todos los asistentes.
La banda se despide y sale, pero todos ya saben que ese no es el final. Pasado un momento no muy largo y todavía con las luces bajas, las primeras notas de The Rise Of Sodom and Gomorrah suenan y el público enloquece como no lo había hecho antes. Al reaparecer la banda, y siguiendo la entrada de la batería, el teatro entero salta al unísono, y el piso tiembla evidenciando el momento cumbre de la noche. Como si ese momento no hubiese sido suficiente, sigue el más grande clásico de la banda, To Mega Therion, coreado hasta la última nota y saltado hasta el último segundo; por unos momentos daba la sensación que el teatro iba a colapsar.
Están visiblemente emocionados y Christofer introduce la siguiente canción, el cover de Accept Balls To The Wall, que probablemente no estaba bien ubicado en el setlist, porque pasar del éxtasis total con dos grandes clásicos a otra canción que no todo el mundo conocía pudo haber disminuido la energía que hubiera proporcionado un final del concierto fuera de este mundo. Pero una vez terminada, empieza la última canción de la noche, Quetzalcoatl, que levanta los ánimos vistos hace minutos y anuncia el final de la noche.
La emotividad del lugar era casi palpable, la banda expresó su gratitud de diferentes maneras, ya sea besando una de las tantas banderas de Colombia que había en el escenario, presentando los cuernos de las manos, haciendo venias, entregando toallas, botellas, picks, botando besos y varios gestos más, inclusive por parte del más reservado Christofer. 25 años de existencia de la banda insignia del metal sinfónico que probablemente está pasando por uno de sus mejores momentos y con una de sus mejores alineaciones hasta ahora. Therion encontró en Colombia su casa y a pesar de que la asistencia no fue tan abrumadora como se esperó, considerando que era un evento particularmente especial, siempre se recibirá a Therion con los brazos abiertos, dispuestos a seguir compartiendo y celebrando por muchos años más su existencia.
Por Ana Correal