Barón Rojo- Quiet Riot tocaron en Bogotá

SIEMPRE ESTARÁN AHÍ
Una particular manera de acercarse al cielo.
Por: Lemuroculto


Pasaron tres horas después de que hice la fila. A las 5 y media de la tarde empezó a tocar Fire Angel, la cuota local del evento. A pesar de ser una presentación tan corta (apenas tres temas), mostraron cosas interesantes. El público, que para ese momento ya superaba las 1000 almas, premió al grupo con un fuerte aplauso. De los temas que tocaron la versión de Rock n Roll de los ingleses Led Zeppelin, fue la más aceptada.

Hace 16 años, cuando Quiet Riot tocó por primera vez en Colombia, esa vez teloneados por los caleños Kronos (para ese concierto Elkín Ramírez fue el vocal, pues el original de Kronos estaba enfermo), no pude verlos. Pero esta vez lo haría. Mucha gente pensó que Barón Rojo y Quiet Riot tocando juntos sería aburrido. Error. Si bien el paso del tiempo no perdona, estos dos monstruos rockeros demostraron que aún no se ha escrito lo último de ellos.

A pesar de no contar con su formación original, Quiet Riot se las arregló para que su presentación fuera memorable. En la batería Frankie Banali, toda una institución del rock, además de QR, ha tocado con WASP (la del todopoderoso Blackie Lawless), en el bajo Chuck Wright, un viejo guerrero que no desentona para nada y que nos hace olvidar que antes de él un tal Rudy Sarzo aporreaba las cuatro cuerdas. Rudy tocó con Ozzy en los inicios de la carrera en solitario del cantante inglés, en la guitarra Alex Grossi, un músico de... 21 años, es decir, cuando QR grabó el formidable Metal Health en 1983, Grossi... ¡ no había nacido !. El señor Carlos Cavazo no se extrañó para nada.

El señor Kevin Dubrow no necesita presentación. En el escenario se las sabe todas. Con todo y los 27 años de carrera artística, el grupo sigue siendo sensacional. En la presentación de 50 minutos dejaron claro que su hard rock no pierde vigencia. Sonaron, entre otros temas: Party All Night, Slick Black Cadillac, Life's a Bitch, Mama We're Crazy Now. La parte emotiva fue cuando Frankie Banali se bajó de la batería y en un español americanizado recordó a uno de los fundadores de la banda. "El mejor guitarrista del mundo", en sus propias palabras. Tocaron "Thunderbird", tema dedicado a la memoria de Randy Rhoads. Terminaron su presentación con los temas que les hicieron famosos y que nunca dejarán de sonar: Cum on Feel the Noise y Metal Health. Simplemente sensacionales. El sonido, muy bueno.

Esperé mucho para ver al Barón. En 1987 falté a la cita simplemente porque apenas con 16 años no tenía con qué pagar la boleta y menos los pasajes. La segunda vez, no pude. No recuerdo por qué. A la tercera va la vencida.

7.55 pm, las luces se apagaron, ya los 1600 baronmaniacos que aceptamos la invitación estábamos preparados para la descarga. Mentiras.

Estábamos preparados para una hora, hora y media, no para las dos horas y media que descargaron los madrileños.
No lo podía creer. Al frente tenía a la banda más grande de Rock 'n Roll en español de todos los tiempos, aquella que me enseñó que el rock también se podía cantar en castellano.

Empezaron con "El Barón Vuela sobre...Bogotá", el sonido no fue el mejor para el tema, sin embargo, ese detalle se corrigió para el resto del concierto.

Los hermanos De Castro se han caracterizado por su gran entrega en el escenario. Esta vez no fue la excepción. El set continuó con temas del "Larga Vida al Rock 'n Roll": "El Pobre", "Rockero Indomable", el tema homónimo del disco y el tierno homenaje a su primer sello discográfico "Con Botas Sucias". Ya éramos sus prisioneros y, contrario a los legendarios Molly Hatchet, ellos si toman prisioneros.
Armando, como siempre, demostró que es un gran músico y un gran vocal, Carlos, un poco más serio, lo seguía con su Gibson. La verdad es que al grupo no se le nota mucho la ausencia de Sherpa ni de Hermes Calabria, tanto Ángel Arias (Ex tritón), como el batero que estaban estrenando ante la salida de Vale Rodríguez y cuyo nombre me robó la memoria, tocaron muy bien.

Decir que un tema de Barón es mejor que otro es ofensivo. Cualquier tema que toquen es bienvenido. De la gloriosa década del 80 tocaron: "Tierra de Vándalos", "Las Flores del Mal", "Buenos Aires", "Herencia Letal", el tributo a la fiel compañera de los De Castro "Cuerdas de Acero", agregaron otro héroe a la lista de "Concierto para Ellos", el guitarrista argentino Pappo Napolitano, recientemente fallecido en un accidente de tránsito.
Las luces se apagaron, pensé lo peor: se acabó. Bueno, después de todo son humanos, ya tocaron una hora y media, suficiente. De ninguna manera, ni para ellos ni para mí.

Salieron de nuevo al escenario a descargar temas de su etapa más reciente: "Te Espero en el Infierno" y un homenaje a los hermanos Young que aparece en su más reciente producción, titulada sabiamente "Per-versiones", "What's Next to the Moon", como si fuera poco, Armando se les escapó a Carlos, tocó una excelente versión del IV movimiento de la IX sinfonía de Beethoven, más conocido como El Himno a la Alegría. Por favor, ya era demasiado. ¿De qué están hechos los De Castro? ¿Acaso de Kriptonita? he visto grupos que sus integrantes no pasan de los 25 años y no tocan más de una hora. En cambio Barón toca y toca y toca...
Ya en el paroxismo total no se les ocurrió otra cosa que tocar "Resistiré". Por si alguna duda, siguieron con "Siempre Estaís allí". ¿Más? "Chicos del Rock".

Dos horas tocando. Y faltaba. Regalaron una poderosa versión de su tema homónimo, acto seguido "Los Rockeros Van al Infierno", con la inclusión de dos temas que hacen parte de la historia: "Highway to Hell", ¿qué será lo que tienen con AC DC? y una correctísima versión del "Smoke on the Water" de Púrpura Profunda. ¿Terminó? nada. Acto seguido el tema que sentó las bases de la contracultura rockera contemporánea latinoamericana: "Hijos de Caín". Mejor final, imposible. Se despidieron, terminó el sueño.

Pude ver mucho Glam, mucha vieja guardia, pero increíblemente la mayoría del público no pasaba de 30 años de edad en promedio. Fuimos a recibir una clase. La tomamos por completo.

Conocí el cielo: cuatro horas de excelente música. ¿El infierno? no hay que buscarlo, vivimos en él.