Incubus y la generación perdida

Aún recuerdo la primera vez que escuché a Incubus. Estaba en el colegio y ponía la radio de vez en cuando. Era entonces el momento en que lanzaban Adolescents, el primer single promocional de su séptimo álbum If Not Now, When?, en 2011. Un año bastante complicado para los chicos californianos. Estaban en un proceso de maduración que los separó bastante, y presentó un sonido distante de trabajos previos. A pesar de eso, la canción me asombró desde el primer momento, no podía definir exactamente que era, pero la melodía y atmósfera que creaban, fue lo bastante poderosa para dejarme pensando por varios meses.


Luego de un tiempo, estaba determinado a encontrar el nombre y artista de la canción. Recuerdo también, que el video me sorprendió aún más, al encontrarme con algo totalmente diferente a lo que esperaba, entre ellos, un DJ con evidentes “rastas” tocando un teclado, que junto a un cantante llevado por la música, conformaban una banda que me había decidido a descubrir.

Desde ese momento empecé a conocer un poco más a la banda, nacida en un garaje californiano que reunía las energías de estos amigos y los enfocaba a la diversión y fascinación que les provocaba la música, realizando covers e incursionando en la creación de un material propio, que se plasmó en su primer experimento como banda en FungusAmongus. Un álbum que denota un sonido juvenil y variado, en un intento por crear algo nuevo en la escena musical que dominaba los 90, combinando elementos de jazz, funk, rock, metal, entre otros. Crearon una base que se definiría en su primer gran lanzamiento, S.C.I.E.N.C.E., un clásico que al escucharlo es imposible de clasificar en un género específico, y que el entorno musical del momento decidió incluir dentro de una categoría controversial, el nu metal.

Sin embargo, fuera de cualquier clasificación, Incubus era una banda que se alejaba del entorno musical del momento, pasando como un sonido innovador que crecía lentamente en la audiencia. Fue hasta finales de los 90, cuando encontraron su lugar en el mundo musical, con Make Yourself, un álbum que les ganó un lugar en la audiencia vibrando con temas como Stellar, Make Yourself, Pardon Me, o la inolvidable Drive, que se mantienen vigentes después de más de 20 años de carrera. Luego vendría una progresiva evolución de sonido, que marcaría a la banda dentro de su propio nombre, creando una cultura y comunidad que saltaba y acompañaba la voz de Brandon como parte de una familia.

Presentaciones como la inolvidable Morning View Sessions en 2002 o sus diversas colaboraciones con Deftones, demuestran la conexión personal que Incubus creaba con su público, conformando una familia que hasta el día de hoy acompaña a estos amigos que comenzaron con el sonido de un garaje y ahora se encuentran con el eco de las masas y 8 producciones en su haber.

Tal vez encontré a estos muchachos en un momento bastante difícil de su carrera y vida personal, pero bastó con una canción, para atrapar mi curiosidad y atención en un entorno musical que recae cada vez más en la facilidad y la repetición de melodías agradables y pegajosas, que se quedan en un entorno plano y como escuchaba alguna vez, es poco probable superen la prueba del tiempo.

Incubus ha sido desde el inicio una experiencia sonora que no se establece en las preferencias y se concentra en construir música, una palabra indefinible que forma las peleas más graciosas que he podido presenciar. Es un concepto que nos ha regalado experiencias inolvidables y momentos memorables en un contexto que se mueve a partir de sentimientos.

La música permite que experimentes con libertad una variedad de sonidos que no conocías, te eriza la piel de manera particular, te hace saltar y gritar una letra que consideras propias, admirar un escenario que por momentos se convierte en tu mundo y ver como el tiempo se detiene en tu cabeza. Sin embargo, es complicado crear algo único que llegue a un público exigente y se mantenga a lo largo del tiempo, sin recaer en la facilidad o las categorías que limitan la creatividad. Ahí es donde Incubus encuentra su lugar, y un álbum como "8" nos recuerda que aún es posible reunir a 5 personas para crear música. El tiempo ha tratado a estos 5 adolescentes con cuidado, y los ha reunido nuevamente para regresar a un sonido perdido que se mantiene con nostalgia.

La escena, al igual que algunos de sus contemporáneos como Deftones o Korn, han tenido una progresión agradable, recurriendo a elementos innovadores y conservando una esencia que mantiene a sus fans apegados a una familia que creció junta y hoy observa con orgullo a una banda más madura.

Ahora regresan con "8", un álbum que me emocionó desde su anuncio y me trajo incontables recuerdos al escucharlo y ver a la familia reunida en el video de Glitterbomb, que me trajo la nostalgia de los años en que me obsesionaba Adolescents y descubrí que estos chicos tenían algo diferente que aportar. Ahora solo espero que sigan cumpliendo sueños y llevándonos a un sonido que se ha perdido, y tendremos la posibilidad de disfrutar este 17 de septiembre en el Chamorro Entertainment City Hall.